martes, 30 de julio de 2013

La calidad en la educación superior no se encuentra en lo que se enseña, sino en lo que se aprende.



La educación y el conocimiento.

La humanidad ha entrado en una aborigen de cambios.

Procesos de cambios que han marcado esta época como una nueva era civilizatoria, donde la educación, el conocimiento y la información juegan un papel predominante en el quehacer  globalizado.

Lo fundamental para mejorar la calidad educativa no es cambiar los planes de estudio, ni aumentar indiscriminadamente los sueldos de los docentes, ni siquiera reducir el porcentaje de estudiantes por docente, sino elevar la calidad del mismo docente.

“El reto fundamental al que los líderes de los sistemas educativos se enfrentan es como conducir sus sistemas a través de un proceso que lleve a mejores resultados de los estudiantes”, según el estudio McKinsey. (Oppenheimer, 2010).

Se cae de su peso lo inverso, es decir, el impacto negativo reflejado en la sociedad, de un bajo rendimiento en el aprendizaje de los estudiantes.

Entonces, ¿debemos buscar una fórmula en donde la selección del docente sea por atributos específicos del rendimiento de sus participantes, no de los “quehaceres académicos” que éste posea?

Una medida frecuente ha sido cambiar la formación docente para que los futuros docentes   organicen la actividad tomando en cuenta la voluntad y el interés del alumno, es decir, el método elegido ha sido insistir en la obligación del docente de crear un interés en el alumno por el aprendizaje, más que en exigir un esfuerzo por parte del alumno. (Enkvist, 2010).


¿Qué países están haciendo bien las cosas?

Existen muchos países exitosos en educación, no cuesta mirar lo que están “haciendo bien” en ese sentido.  Tenemos por ejemplo Finlandia, Corea del Sur, Holanda, Australia, Inglaterra, entre otros que lideran el cambio educativo.


Por otro lado un benchmarking,  que puede definirse como un proceso sistemático y continuo para evaluar comparativamente los productos, servicios y procesos de trabajo en organizaciones educativas, no sería una locura.  Analizar, por ejemplo el caso de Brasil, con su movimiento Todos por la Educación; o Israel con La Educación es Todo;  El sistema de selección para el educador de Inglaterra, o el sistema Finlandés, el estatus social que gozan los docentes en Corea del Sur; o el análisis de programas de estímulos del presidente Obama llamado Carrera hacia la Cima.   Todos ellos con unas metas muy claras, el sobresalir educativamente hablando, apostando el futuro de sus naciones por medio de la educación, por la calidad de la educación.

 ¿Que entendemos por Calidad en Educación Superior?



Jacques Hallak dice que “la palabra calidad es una de las más honorables, pero también una de las más rebaladizas en el léxico educativo”.  El concepto de calidad es como el concepto belleza.  Todos sabemos o percibimos lo que es, pero encontramos difícil definirla.


El diccionario de la Real Academia Española nos dice que calidad es la “propiedad o conjunto de propiedades inherentes a una cosa, que permite apreciarla como igual, mejor o peor que las restantes de su especie”.


La Declaración Mundial sobre educación para Todos (Jomtien, 1990): “La calidad de la educación se hace realidad en los aprendizajes cualitativamente relevantes.  La calidad no está en lo que se enseña sino en lo que se aprende, por lo que en la práctica dicha calidad está cada vez más centrada en el propio sujeto educativo”.


Entre los componentes capaces de generar aprendizajes relevantes y progresivamente de calidad, este autor subraya no solo la concepción renovada de los aprendizajes sino también el currículo contextuado; la formación, perfeccionamiento y condiciones de trabajo de los educadores; la participación de los actores del proceso educativo; la gestión moderna de la educación y la calidad misma de la institución educativa.


Entonces, calidad en la educación superior carece de sentido si deja a un lado a quien sirve y por el cual se fundamenta:  la sociedad.    Ésta exige un producto que genere eficiencia y sea eficaz en las áreas productivas de la sociedad.


Asegurando la Calidad Educativa



El desarrollo de una Educación Superior de Calidad representa en la actualidad todo un reto para las sociedades y los gobiernos; es algo que requiere recursos, tiempo y, especialmente, decisiones adecuadas para invertirlos en la forma correcta.

Implica aspectos como continuidad, metodología, estrategias y sobretodo el respaldo institucional para lograr en su producto final aspectos básicos como eficacia, efectividad, eficiencia; todos estos aspectos deben ser congruentes  en el logro de la eficiencia educativa.


El mecanismo de aseguramiento de la calidad se relaciona con la gestión, la dirección, la participación, la discusión, la filosofía, los valores, la ética y la cultura organizacional y tienen como referente la eficiencia y la eficacia de los actores del proceso; de los procesos, de los productos y servicios, y del sistema integral.


Dirigido a la persona, al docente, al funcionario, es decir, al ente humano que hará posible que la calidad se establezca como denominador común del diario vivir universitario.


También, es necesario que la información sea transcendida y donde la toma de decisiones, tengan un carácter participativo.  

Entonces,  podríamos decir que el aseguramiento de la calidad sólo sería posible sustentarlo,  cuando se vuelva una actitud y una cultura colectiva, socialmente reconocida, ejercida y signicativamente trascendente.
 

Entonces, es un asunto de todos… a evaluarnos!


Para hacer de la educación superior un asunto de todos, es necesario concientizarse que la Universidad existe para el hombre y para la sociedad, por ello, debe promover un diálogo inteligente y permanente con la realidad educativa, con el país, donde los diferentes sectores productivos de bienes y servicios, entidades del Estado, organizaciones civiles y otros interesados, unan sus esfuerzos en una alianza educativa hacia la transformación social del país.


Hay que señalar que la evaluación y la acreditación son herramientas, no la solución final.  


Tomando las ideas de  CarLos Tünnermann Bernheim(2008), eminente experto sobre el tema, quien promueve  el mejoramiento de la calidad y la integración de la educación superior centroamericana; con la aceleración del desarrollo integral de la región.
   

Aplicando estrategias apropiadas para diseñar respuestas conjuntas, comunes y coordinadas a los desafíos que plantea el actual proceso de globalización en el campo de la educación superior; cuando menciona: “El reconocimiento a escala regional de la acreditación de la calidad de la educación superior, coadyuvará al reconocimiento internacional de la calidad de títulos y grados, a la movilidad académica y a fortalecer el reconocimiento internacional de la calidad de los programas e instituciones de educación superior acreditados”.


Evaluar solamente tiene sentido si existen las condiciones para consolidar o solucionar.         


La evaluación debe estar acompañada de políticas creativas para mejorar aspectos como la eficiencia terminal, la preparación de profesores, los sistemas administrativos, o la producción científica. 


Estos son aspectos que requieren políticas y fondos a largo plazo, que muchas veces ameritan continuidad aún cuando la evaluación no demuestre mejoramientos a corto plazo. En otras palabras, los procesos de evaluación y acreditación no sólo deben indicar los niveles deseables para el sistema, sino también proporcionar incentivos o condiciones para que las instituciones puedan planificar estrategias para lograr las metas.


Entonces nos preguntamos ¿qué tipo de producto deseamos obtener? ¿Estamos logrando la pertinencia apropiada o acorde a nuestros tiempos?, tenemos pues una serie de retos que enfrentar, comenzando con la “cultura organizacional educativa de calidad continua”.



Algunas conclusiones...

Está visto  que  la acreditación a nivel superior es un terreno fértil, en cuanto a todo lo que se necesita para lograr la excelencia educativa.
 

Uno de los principales puntos en que convergen todas las ideas son el asunto económico, las políticas que brinden el espacio apropiado y la voluntad de todos para el fortalecimiento de la calidad educativa.


¿Son los entes que nos representan como país quienes deben preparar las condiciones necesarias?
Hay que repensar esta propuesta, pues nos afecta a todos, sociedad actual y futuras generaciones...
 

Por otro lado, la adaptación de todo el engranaje que garantice la calidad educativa a nivel superior requiere ser ajustada constantemente, pues  somos y estamos en condiciones diferentes al resto de la región Centroamericana.


Logremos unidad para progresar, ideas constructivas y proactividad en el tema educativo; y entre todos la mejora continua se dará.


                                 Sheyla V. Calderón, Julio 2013.


FUENTES CONSULTADAS:


Enkvist, I. (2010). El éxito educativo finlandés. Bordón. Revista de pedagogía, 62(3), 49-67.



Bernheim, C. T. PERTINENCIA Y CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR.



Bernheim, C. T. (2008). La calidad de la educación superior y su acreditación: la experiencia centroamericana. Avaliação: Revista da Avaliação da Educação Superior (Campinas), 13(2), 313-336. Retrieved July 05, 2013, from http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1414-40772008000200005&lng=en&tlng=es. 10.1590/S1414-40772008000200005




Opeenheimer A. (2010). ¡Basta de historias! La obsesión latinoamericana con el pasado  y las 12 claves del futuro. Editora Géminis. Colombia.




Rollin Kent Serna. (1996). Evaluación y acreditación de la educación superior latinoamericana: razones, logros, desafíos y propuestas. Documento preparado para Conferencia Regional sobre Políticas y Estrategias para la Transformación de la Educación Superior en América Latina y el Caribe, La Habana, Cuba.


 












 

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